A pesar que es habitual escuchar a no pocos funcionarios decir que Caleta Olivia es la puerta de Santa Cruz para recibir a quienes ingresan por vía terrestre a la provincia, sobre todo durante la temporada estival, lo cierto es que los visitantes – en su mayoría de paso hacia otras localidades-, deben acudir a peatones, empleados de algunos comercios o de estaciones de servicios o bien a inspectores de tránsito y policías para conocer al menos algunas características de la ciudad y saber por cual avenida continuar viaje.
Es que la oficina municipal de turismo, ubicada en pleno centro, solo atiende algunas horas por la mañana, mientras que el flujo de viajeros es constante en esta época del año.
Esto es el fiel reflejo que su función ha decaído en los últimos años, ya que tiempo atrás al menos se entregaba folletería que incluso le hacían llegar desde otras localidades como Los Antiguos y El Calafate, cuando no de la Secretaría de Turismo de la provincia.
Es una contante que los visitantes se detengan en el microcentro para tomarse fotografías como el imponente monumento al Obrero Petrolero habitualmente conocido como El Gorosito y da vergüenza ajena que tengan que preguntar a los peatones la dimensión de su historial, ya que la comuna ni siquiera dispuso de guardias extendidas de personal para esa función.
Ejemplos de ello son una cotidianidad como el caso de un joven mexicano que este lunes estuvo varias horas en Caleta esperando continuar viaje en micro hacia Ushuaia y acudió a una confitería para conocer algo de esta ciudad.

Dijo llamarse José Arnulfo Ramos Reyes (foto), proveniente de una localidad cercana a Acapulco, y que venía recorriendo gran parte de Argentina, admitiendo que éste era el único lugar de nuestro país con una población importante donde no encontró un sitio de informes privado o estatal.
En tanto, la oficina de turismo municipal ya ni siquiera tiene un letrero que la identifique, aunque luce durante gran parte de cada día un pequeño cartel que indica “cerrado”.
