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“Nada va a reemplazar al contacto personal o físico que tiene que ver con la educación, con lo que se generan los vínculos. Si no hay vínculo se hace muy difícil enseñar”

La pandemia obligó a los sistemas educativos de la mayoría de los países del mundo a suspender las clases presenciales y seguir enseñando de manera remota.

Esta semana, después de un año y medio sin alumnos en las aulas, el Gobierno de Santa Cruz permitió la vuelta a la presencialidad en las localidades de Las Heras y Pico Truncado. Este era un reclamo que muchos padres y madres santacruceñas venían realizando desde hacía tiempo sin ser escuchados por las autoridades provinciales.

Para conocer un poco mejor lo que significó la vuelta de los chicos a las aulas, dialogamos con las directoras de las Escuela del Viento de esas dos ciudades a las que se le permitió la presencialidad nuevamente.

Sonia Ábt, de la sede en Las Heras, nos contó con mucha emoción que “este retorno a la presencialidad cuidada que estamos viviendo fue una fiesta educativa, una fiesta pedagógica. Nos resulta increíble ver la alegría en los chicos, en sus miradas, sentir esa felicidad compartida que no tiene explicación, salvo para los que utilizamos este guardapolvo blanco”.

Por su parte, Mónica Cuevas de la sede de Pico Truncado nos dijo que “la presencialidad era muy esperadas, las familias estaban muy expectantes por el reinicio de clases, fue un día hermoso”. Ante la consulta sobre que fue lo primero que trabajaron los niños en esta vuelta, ella manifestó que pudieron “trabajar sobre un eje determinado, el ‘aquí estamos’. Eso les permitió a los chicos poder expresar lo que sintieron durante el tiempo de pandemia”.

Todos sabemos quela escuela es un lugar indispensable para el desarrollo y bienestar de las generaciones más pequeñas de nuestra sociedad. Es uno de los pilares fundamentales de formación personal, y de libertad e igualdad para todos. Sin la presencialidad muchas de estas cosas se pierden.

Quedó demostrado que la interrupción de la asistencia a las aulas fue un problema grande, pero hubiera sido peor sin el trabajo denodado que realizaron desde sus casos los directivos y docentes.

“La pandemia era un escenario impensado e incierto, pero esto a los docentes no los paralizó, sino todo lo contrario, se reinventaron y dieron todo: su tiempo, su espacio, transformaron sus habitaciones y sus casas en aulas, en espacios en gimnasios y así dimos clase por casi un año y medio. Por eso, la vuelta a la presencialidad realmente se vivió como una fiesta, una fiesta desde lo pedagógico, lo simbólico y lo social. Estábamos tan ansiosos los padres, los docentes, como los mismos niños. Llevábamos un año y miedo sin vernos. Hay toda una población que ingresó a las escuelas de manera virtual”, agregó Sonia.

A Mónica, como a todos, la pandemia la sorprendió totalmente. Según sus palabras, “nunca imaginé vivir esto que vivimos. Atravesamos una de las situaciones más difíciles para la humanidad, en nuestro tiempo. La muerte se volvió una constante presente y cercana, hoy hay alrededor de 4 millones de muertos por Covid-19. Y la escuela no es eso que está pasando, esa muerte que vemos es todos lados. La escuela es pulsión de vida, es desarrollo, es crecimiento, es alegría, es aprender. Celebro esta profesión, y de estar rodeado de gente que busca llevar de esta manera la vida”. Sobre los cuidados, la directora dijo que “Los protocolos son exhaustivos, los dimos a conocer y los hacemos cumplir. Inauguramos nuevas formas de ser y estar y a nosotros como equipo, nos toca estar como profesoras allí cerca de estos cambios que llegaron”.

Y aunque cada vez hay más evidencia de que las escuelas no son la causa de la pandemia, el regreso a la misma en la provincia de Santa Cruz se hizo demasiado lenta. Y el costo que significó el cierre de las escuelas ha sido devastador.

Sonia nos dice con mucha claridad que “los niños fueron confinados sin salidas, sin espacios de recreación, se los fue invisibilizados de alguna manera. Estaban obligados a cumplir protocolos rígidos, a aislarlos de los adultos y de alguna manera la sociedad entera los expuso y los estigmatizó y que casi los hicimos responsables y posibles portadores de este virus. Entonces no podían estar cerca de la familia, de los abuelos y fueron encerrados sin amigos, sin compañeros de la escuela, donde solo se podían ver por una pantalla. De muchas maneras los adultos les fallamos. Los adultos seguimos con nuestras vidas, respetando protocolos, pero seguimos adelante, retomamos espacios de sociabilización, de recreación, mientras que ellos no podían ni siquiera ir a la escuela”.

Con el confinamiento y el cierre de las escuelas durante un año y medio, la capacidad de los niños de leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas se deterioraron. Su salud, su desarrollo, su seguridad y su bienestar se puso en peligro. Sobre todo, aquellos niños más vulnerables son los que han sufrido las peores consecuencias de una decisión que venía a ser temporaria, y en nuestra provincia se había vuelto permanente.

“Nada va a reemplazar al contacto personal o físico que tiene que ver con la educación, con lo que se generan los vínculos. Si no hay vínculo se hace muy difícil enseñar”, manifestó Sonia.

La Escuela del Viento reanudó sus actividades presenciales con un protocolo sanitario único en la Argentina. Sonia nos dijo que “la escuela de la que soy parte se viene preparando desde el momento uno para esta vuelta a la presencialidad”. Para llegara a tener la escuela en condiciones, el equipo educativo del Sindicato Petrolero y Gas Privado de Santa Cruz que lidera Claudio Vidal, invirtió muchos recursos humanos y monetarios para tal fin. Cabinas individuales con sanitizantes propios, sistemas rotativos de ingreso, circuitos de circulación diferenciados, medidor de temperatura automatizado, y un sistema de desinfección total con sensores de movimiento, son algunos de los dispositivos que se pusieron en marcha para el regreso a las aulas.

Para cerrar, la directora de la Escuela del Viento de Las Heras explicó que “nuestros chiquitos son verdaderos agentes de cambio. Somos consciente de lo que tenemos y de lo que vamos a cambiar. La pandemia nos mostró una escuela diferente y tuvimos egresados con capacidades diferentes. Sabemos también que los pasos que no nos atrevemos a dar también dejan huella. Así que acá vamos a paso firme sabiendo que esto es lo que queremos, la vuelta a la presencialidad cuidada, siendo totalmente respetuoso de cada uno de los protocolos, para mantenernos cada vez más activos, más conectados, y en el lugar en que habita la educación que es la escuela de manera presencial”.

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