El 25 de junio de 1978, hace exactamente 43 años, la Selección Argentina de Fútbol se consagraba campeona del mundo por primera vez en su historia en el Mundial de Argentina 1978, en medio de la dictadura cívico-militar de la Junta de Reorganización Nacional y los disparos del terrorismo de Estado que llegaban desde la ESMA.
El equipo dirigido por César Luis Menotti y capitaneado por Daniel Passarella alcanzó la gloria al vencer a Holanda por 3-1 en la final con dos goles de Mario Alberto Kempes y uno de Daniel Bertoni. El descuento para Holanda lo anotó Dick Nanninga.
El trascendental partido, la segunda final de un Mundial que disputó Argentina, subcampeón en Uruguay 1930, la primera Copa del Mundo, se jugó en el Estadio Monumental.
En el torneo participaron apenas 16 equipos (la mitad de los que juegan ahora), entre protestas, renuncias a participar y denuncias de violaciones a los DDHH dentro y fuera del país. Se inició el 1° de junio de 1978. El camino argentino arrancó un día después, en la cancha de River, con un trabajado y difícil triunfo ante Hungría por 2-1, con goles de Luque y de Bertoni. Cuatro días después, el 6 de junio, superó a Francia también por 2-1, con goles de Passarella, de penal, y otra vez Luque, con un zapatazo inolvidable desde afuera del área inolvidable. La sorpresa llegó en la última fecha, el 10 de junio, al perder 1-0 con Italia. La derrota cambió los planes de Menotti, que aspiraba a jugar todos los encuentros en el Monumental.
Los dos primeros de cada zona se clasificaban a los grupos semifinales, dos de cuatro equipos, que jugaban todos contra todos. Argentina se mudó a Rosario y los siguientes tres encuentros los jugó en la cancha de Central. Allí apareció en toda su dimensión la figura de Mario Alberto Kempes.
El primer rival, el 14 de junio, fue Polonia. Argentina ganaba 1-0 con un cabezazo de Kempes, quien después salvó con la mano una pelota en la línea. Fillol le atajó el penal a Deyna y, en la parte final, Kempes marcó el 2-0 definitivo. Luego pasó el 0-0 con Brasil. La goleada bajo sospecha contra Perú fue el pasaporte a la final, el 21 de junio.
Fueron 25 días en los que el país vibró al ritmo del Mundial, dejando -o pretendiendo dejar- de lado las divisiones y atrocidades que se vivían en el país. El éxito final ante Holanda le dio aire a la dictadura militar, que estratégicamente utilizó el Mundial para cambiar la opinión pública internacional sobre lo que pasaba en nuestro país.