El presidente de Francia, Emmanuel Macron, cumplió con los pronósticos y se impuso en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, pero lo hizo con unos niveles de abstención inéditos desde 1969 y frente a una rival, Marine Le Pen, que ha elevado por primera vez a la ultraderecha por encima del 40 por ciento.
Las proyecciones suponían una reedición del enfrentamiento que los dos candidatos ya tuvieron en 2017. En aquella oportunidad, Macron obtuvo dos tercios de los votos y en esta ocasión se ha quedado por debajo del 60 por ciento.
El presidente ha comparecido ante sus seguidores en el Campo de Marte, ante la Torre Eiffel, para constatar que está dispuesto a ser “el presidente de todos”, con mensajes concretos a quienes se han abstenido y también a quienes han apoyado a Le Pen. Así, ha asumido que debe reaccionar a “la cólera y los desacuerdos” que han llevado a millones de franceses a optar por Agrupación Nacional.
Le Pen ha comparecido antes, apenas unos minutos después de que se hiciesen públicas las primeras proyecciones de voto, con un discurso que, lejos de sonar derrotista, lanzaba mensajes de “esperanza”. Se ha comprometido a ser un “contrapoder fuerte” frente a Macron, la “verdadera oposición” en un escenario marcado por la pérdida de apoyo de los partidos tradicionales.
Macron se convierte con esta victoria en el primer presidente en ser reelegido en Francia desde 2002, cuando lo logró Jacques Chirac. Arrancará su segundo mandato con 44 años, con el reto de consolidar políticas y de cumplir sus promesas electorales, incluida la reducción de la dependencia energética exterior o el aumento de la edad de jubilación
