Con el fin de impulsar la escritura en los estudiantes, para que cada uno experimente el poder de la misma, su relación con los conceptos, valores y sensaciones de los individuos, se ha propuesto un Concurso en el cual, a partir de una idea, una experiencia, un hecho, una visión o simplemente una palabra derramada del pensamiento, puedan construir un entramado lleno de vida y muchas ganas de decir.
De este modo, La Prensa de Santa Cruz publica los relatos cortos de ficción realizados por alumnos de la EPJA Secundaria 21, del espacio curricular Prácticas del Lenguaje V y VI, del ciclo lectivo 3ro “A”, “B” y “C” a cargo de los docentes César Luna y Walter Luna.
Los relatos cortos de ficción son un recurso literario de gran valor didáctico y educativo, a través de los cuales se transmiten símbolos, valores, roles y principios. Mediante la convocatoria de este certamen se pretende sensibilizar sobre la importancia de los temas abordados para el desarrollo integral de las personas y la erradicación de las desigualdades. La educación es el motor de transformación social hacia un mundo más justo e igualitario.
Los resultados de dicho Concurso superaron toda expectativa. No solo para quienes lo propusimos, sino para sus propios autores que, emocionados y asombrados con lo hecho comprendieron el valor incalculable de sus historias.
En los mismos encontrarán mujeres, hombres, familias, niños, valores, lugares, elementos, verdades, diversas texturas para un desenlace que jamás fue revelado. Historias que estremecen las venas de los lectores. Estudiantes comprometidos con sus estudios y decididos a terminas su secundaria.
“Amarelo” por Estefanìa Castro 3ro “A”
En una zona rural en el siglo XV D.C en una villa al norte de Italia, había una casa con altos muros y un gran y hermoso jardín, aislada de todo. En el lugar vivía una anciana llamada Nora y un joven hombre llamado Humberto, con una gran cicatriz que le atravesaba toda la mejilla del lado derecho de su rostro, producto de un corte que le hicieron con una espada al tratar de matarlo cuando era tan solo un bebé. Esto sucedió porque él fue producto de un amor prohibido, ya que sus padres fueron, el hijo de un Duque muy importante de ese entonces y una pueblerina de muy bajo estatus económico.
La madre de Humberto murió al darlo a luz y su padre murió al trata de salvarlo, ya que el Duque mando a matar al bebé. El padre en un duro enfrentamiento con algunos hombres que integraban el ejército real, escapó mal herido, hacia el rencuentro con su nana, con un gran saco repletos de monedas de oro y su hijo en brazos, que también sufrió un corte en el enfrentamiento. Al llegar al lugar y no poder sobrevivir por la gran cantidad de lesiones, su nana la señora Nora, decidió huir al norte de Italia donde se encontraba la casa de altos muros y gran terreno en la que ella vivió toda su infancia y que su familia había abandonado y nunca más fue habitada por alguna persona, ya que esta estaba bastante aislada de los pueblos.
Fue allí donde Nora decidió criar a Humberto, pero la infancia del hombre no fue nada fácil, porque cada vez que iba al pueblo la gente se burlaba por su gran marca. El sufría muchos maltratos y odio por parte los pueblerinos, es por ello que en su adolescencia decidió alejarse de las personas, tomando la decisión de no salir más allá de los muros de su hogar, su único contacto con la gente era Nora y una joven pareja amiga de años de ella del pueblo, que cada 15 días los iban a visitar.
El joven creo un enorme jardín en el terreno vacío de su casa, era tan hermoso que parecía sacado de un cuento de hadas, repletos de flores de diversos colores, pero sus flores favoritas eras las Orquídeas. Él decía que se sentía a gusto con las flores y los animales ya que de ellos jamás recibiría el odio y rechazo que recibía por parte de las personas.
Humberto, ya siendo un hombre de casi 26 años, se había vuelto solitario, amargado, casi ni hablaba con Nora y cada vez que iba la pareja amiga de la mujer a visitarlos, el escapaba y se encerraba en su habitación.
Un día cuando la pareja fue a visitarlos, una joven mujer de aspecto sucio y de ropa rasgada los siguió hasta la casa de Nora, la curiosidad de la joven era tan grande que decidió mirar por un pequeño orificio entre los muros y se sorprendió al ver la gran cantidad de flores preciosas que había en el lugar. Escondida en medio de la vegetación para que no la vieran decidió esperar hasta el anochecer. Una vez de noche entro al jardín y tomo algunas de las flores y se marchó. Al otro día cuando Humberto salió al jardín, se dio cuenta que le faltaban algunas flores y eso lo enfureció. Esto siguió ocurriendo por varias noches, aunque no seguidas. Hasta que un día el hombre cansado de ver como desaparecían las flores decidió esconderse en el jardín. Las tres primeras noches nada raro ocurrió, pero la cuarta noche cuando Humberto ya dándose por vencido de no poder solucionar la misteriosa desaparición de sus flores, escucho un ruido y fue ahí donde vio a la joven, el realmente había quedado encantado con su belleza, la joven tomó algunas flores y se marchó. El muchacho realmente había quedado anonadado por su encanto, pero él sabía que no podía acercarse a hablarle, porque ella se asustaría al ver la deformidad que tenía en su rostro. Aunque Nora siempre le decía que él era hermoso no solo por dentro sino también por fuera, él estaba convencido de que era horrendo.
Las noches siguientes el sujeto colocándose una capa negra, la espero escondido en el jardín y tal como fue la vez anterior, ella apareció en la cuarta noche, tomó un par de flores y se fue, pero esa vez el joven decidió seguir a la muchacha, cubrió su cara y la persiguió. Llegaron al pueblo y vio que la joven se colocó en la esquina de la calle más transitada del poblado a vender las flores y fue ahí que él se dio cuenta que lo hacía para poder sobrevivir. El hombre quería desesperadamente ayudarla, pero tenía miedo de que le aterrorizara su aspecto y llegó a la conclusión de que la única manera de poder hacerlo es dejando que continuara sacando flores de su jardín.
Por las siguientes semanas cuido con mucho más esmero de sus plantas, para que dé ellas salieran las flores más bonitas de la zona. La joven fue por varias noches más y el escondido entre las flores la observaba, admirando su belleza, su calidez y enamorándose de ella cada vez más y más.
Al hombre un día se le ocurrió inventar una flor que no existiese en la planta, se encerró en su hogar por algunas semanas, tratando de realizar su más ambiciosa creación, sin percibir que la joven ya hacía varios días que no iba a su jardín. Después de muchos intentos fallidos, el hombre hizo una flor única, de crecimiento rápido y tan hermosa que le hacía recordar a la joven pueblerina. Lleno el jardín de esas flores, estas eran de una especie similar a las Orquídeas, de un tono celeste violáceo, eran tan bellas y fuera de lo común que él estaba seguro de que la mujer las podría vender a un precio bastante caro, las nombro Amarelo, porque en la esquina donde se colocaba la joven a vender las flores se encontraba un viejo bar con ese nombre.
Humberto espero la primera noche emocionado y ansioso por ver la reacción de la chica, pero la muchacha no fue, no importó cuantas noches esperó, ella no volvió a visitar más su jardín. Y después de tres largas semanas de espera, al ver que el muchacho se llenaba de tristeza, Nora ya sabiendo todo de la situación, le dijo que fuera al pueblo en busca de la joven, el hombre al principio se negó porque le asustaba sentir nuevamente el desprecio de las personas, pero su angustia y su amor por ella eran tan grandes que se armó de valor y fue en busca de la joven, sin darse cuenta que se fue sin cubrir su rostro.
Al llegar al pueblo, lo primero que hizo es buscarla en aquella esquina donde se encontraba el viejo bar, ya que no sabía en donde vivía, pero la muchacha no se encontraba allí. En ese entonces salió la anciana dueña del lugar, él se acercó a ella y le preguntó por la hermosa vendedora de flores, la anciana un poco sorprendida con la gran cicatriz de éste, recordó que él era el pequeño niño que siempre andaba con Nora hace un par de años atrás y se alegró por volverlo a ver. La reacción de Humberto fue de mucho asombro, en ese entonces la anciana le dijo que nadie sabía el nombre de la joven, pero de lo que si sabía era de que la muchacha ya hacia un tiempo que había fallecido producto de su pobreza. Él en estado de shock se retiró del lugar con lágrimas en los ojos, lleno de dolor y un profundo arrepentimiento de no haber tenido el valor de haberle hablado en aquel entonces y con la duda de no poder saber su nombre.
¿Qué hubiera pasado si Humberto se hubiera armado de valor y le hubiera hablado sin cubrirse el rostro? ¿La joven hubiera huido o se habría quedado? ¿Lo habría tratado con desprecio o lo hubiera aceptado tal cual era?
Si Humberto se hubiera aceptado y amado así mismo tal como era, podría haber ayudado a la joven ante su pobreza y así haber evitado que esta falleciera.
Tal vez amarse a uno mismo sea más difícil que amar a alguien más, quizás sea porque nos ponemos estándares demasiados estrictos.
Lamentablemente Humberto comprendió tarde que la cicatriz era parte de él y que debía aceptarse tal y como era. Después de todo lo ocurrido, él solía salir todas las noches a su jardín, se sentaba en una pequeña banca que había en el lugar, rodeado de Amarelos, aquellas bellas flores que él había creado solo y únicamente para la joven, y miraba al cielo, recordando a su amada, a la única que verdaderamente había amado.