El humorista se encontraba internado en el Sanatorio Otamendi desde principios de marzo, tras sufrir una descompensación murió hoy a las 3:40. La noticia la confirmó el empresario Carlos Rottemberg.
El capocomico se había caracterizado por un estilo mordaz y crudo para describir y retratar las miserias de la realidad argentina en sus monólogos, que -durante muchos años- se convirtieron en un éxito en el ambiente artístico.
En el último tiempo Enrique Pinti había experimentado muchos problemas de salud debido al cuadro de diabetes que sufría desde hace varios años. Además de los problemas circulatorios en las piernas, el aislamiento del actor por la pandemia había derivado en una depresión.
Luego de ser internado en el Sanatorio Otamendi, el humorista debió someterse a distintos estudios para analizar cuál había sido la causa de la descompensación. Sin embargo, jamás trascendieron los resultados. Por entonces, su entorno se limitaba a pedir cadenas de oración para que el artista mejore.
Este sábado su asistente y amiga, Cipe Fridman, había dicho que el artista se encontraba en estado delicado.
Pinti no evitó a pensar y hablar de la grieta que la política y los medios instalaron y profundizaron en el país hace algunos años. “Después se empezó a agrietar la cosa y apareció aquello de que estás acá o estás allá. Y yo no sirvo para eso, porque no estoy ni acá ni allá, estoy donde quiero estar. Es probable que se haya desgastado la fórmula, y que el equilibrio no rinda más. O simplemente que se hayan cansado de escucharme y yo no voy a cambiar, esto es lo que me gusta hacer y decir”, remarcó.
Su marca registrada era su sonrisa, algo que no sólo estaba en las incontables fotos que se tomó. Era una de sus mayores cualidades. Sonrisa y humor lo caracterizaron siempre. Necesitaba saberse querido. Y era imposible no hacerlo. Sin dudas, Enrique Pinti fue y será uno de los artistas más queridos no sólo para el medio artístico sino para el gran público. Con su partida se va una marca, una forma única y personal de hacer espectáculos, una mirada cáustica y acusadora sobre la sociedad que contenía la erudición del lector compulsivo y del observador minucioso; pero también parte el tipo que no le negaba el saludo a nadie, que allí estaba para hablar hasta por los codos con quien sea, el hombre inmenso que necesitaba siempre un abrazo.
Fue uno de los precursores del café concert, capaz de sostener en escena largos, claros y viscerales monólogos, dichos estos a una velocidad sorprendente y comprensibles para cualquier oído. Dúctil para el music hall y las comedias musicales, creativo incansable, explorador de la realdad y un prócer en eso de sacarle la careta a la sociedad. Escritor, cantautor, showman. En sus obras el espectador quedaba expuesto ante su propia responsabilidad e idiotez como ciudadano. Fue el único que tan solo por su nombre llenó durante nueve años el teatro Liceo con su famosa Salsa criolla.
Pinti es considerado uno de los últimos capocómicos argentinos. Entre sus obras se destacan: Historias recogidas (1973 a 1975), Historias recogidas II (1978 a 1979), El show de Enrique Pinti (1980 a 1981), Vote Pinti (1983), Salsa criolla (1985), Pinti y aparte (1992), El infierno de Pinti (1997), Pericon.com.ar (2000), Candombe nacional (2002 a 2004) y Antes de que me olvide (2010).
También trabajó en varias adaptaciones de obras teatrales extranjeras como la de Chicago (1977) para Nélida Lobato, Filomena Marturano, Yo quiero a mi mujer y Los locos Addams.
Durante su larga trayectoria hizo adaptación de las canciones de El joven Frankenstein, obra que protagonizó Guillermo Francella; además de trabajar en la adaptación y como actor en comedias musicales como Hairspray en el rol de Edna, Los productores como Max Bialystock y Anything Goes (de Nat King Cole) en el rol de Moonface Martin.
Los restos del reconocido capocómico ser velados el lunes, aunque aún no se definió el lugar.
